DE TAXIS Y ESQUIZOFRENIAS

 
Su historia no tiene nada de particular. Conduce un taxi en Madrid desde hace años. Menudo, moreno, cejas pobladas, ojos vivarachos con ramalazos de melancolía; es de los que hablan mirándote a la cara por el retrovisor sin perder ripio en el infernal tráfico de Madrid. La voz no le acompaña, más propia de metro noventa que de metro setenta que es lo que tiene en realidad.
   Se ofrece raudo a coger la pequeña maleta que llevo para un finde (no sin mi neceser de chapa y pintura), y me dejo hacer porque el tipejo me ha caído bien. Hasta Atocha, 10 o 15 minutos máximo (pesadita estoy últimamente midiendo el tiempo, oñe; me lo haré mirar). Enfilamos la calle Alcalá dirección Manuel Becerra. Operarios trabajando en el carril bus reponiendo los bolardos de separación que alguien, durante la noche, se ha llevado por delante. O al menos eso dice mi taxista, después de que yo haya criticado a la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (EMT) por ponerse con las puñeteras reparaciones en el carril bus y en plena hora punta.
   Como soy especialista en poner circos y que me crezcan los enanos, justo he ido a dar con un taxista que ha sido trabajador de la EMT muchos años, con un par. Más de 15 mil licencias de taxi en Madrid y me toca el de la EMT... 'pabernosmatao'. Así es que chanto la mui automáticamente, prometiéndome a mí misma no abrir la boca hasta Atocha por la cuenta que me trae. Me tranquiliza no ver en el salpicadero y el retrovisor ninguna foto de Franco o el escudo del aguilucho. Es un consuelo.
   Pero como quien calla otorga, mi chófer eventual interpreta que estoy deseando escuchar sus cosas y efectúa un ataque frontal a través del retrovisor. Alguien con ganas de charlar y yo que estoy de humor para que me cuenten. Hambre y ganas de comer que se dice normalmente.
   Mi taxista hace años que sacó su licencia. Por aquel entonces trabajaba para la EMT de Madrid, y junto con un policía local explotaban 3 licencias de taxi. 'Pastuki' de la buena. Pluriempleo rentable. Casado, con dos hijas, o tres, no recuerdo bien.
   En la actualidad, fuera ya de la EMT. Divorciado y ahogado por las deudas, echa más horas que un reloj delante del volante del Skoda. Paga pensión por sus hijas, una pasta, porque no quiere que les falte de nada. Su ex mujer le hace la vida imposible. Se quedó con la casa. Tiene una pensión mínima y él le pasa algo más para compensarla. Pero no le deja levantar cabeza a pesar de llevar divorciados casi 10 años. Le persigue, le acosa; se pone enferma si se entera de que anda con pareja. Aterroriza a sus hijas. Le llama de madrugada amenazándole con suicidarse... una feria, vaya. Y así un año detrás de otro.
   Pero mi taxista adora a sus hijas y siente pena por su ex. La crisis le está tocando los cojones y el bolsillo, como a todos. Negocios fallidos en el pasado se comen sus ingresos y las deudas le dan los buenos días cada mañana. "Hay días que ando al borde del infarto, pero hay que seguir, no me queda otra", me dice mientras me tira a bocajarro una sonrisa por el retrovisor.
   En este punto, hace rato que dejé de mirar el tráfico por la ventanilla y el reloj que va que se las pela, y le miro a través del espejo, escuchándole. Ahora ya no otorgo porque callo; callo porque escucho. Y me atrevo a decirle, con toda la prudencia, que el problema de su ex, por desgracia, suele ser bastante común en much@s ex. Que aceptar un fracaso es duro y que gestionar estas crisis es complicado. Ya seas tú el que dejes a alguien, o que alguien te deje a ti. Cuando esto ocurre, a todos se nos queda cierto regusto a derrota que el tiempo suele curar y poner en su sitio. Y le digo, con prudencia también, que tal vez su ex necesite ayuda profesional; y ya que me cuenta que tiene una magnífica relación con la familia de su ex, no estaría de más que lo hablasen.
   Y así, como quien te está contando que se va de cañas, me suelta "mi ex está ya diagnosticada hace años; si no vea ud. lo que me cuestan las visitas a la López Ibor. Es esquizofrénica". Pues eso, 'cuajá' que me quedo. "Y a ver qué hago; me da pena y es la madre de mis hijas. Si su familia está desesperada también, 10 años así, mire usté".
   Y yo, que ahora callo otorgando, porque no tengo ni puñetera idea de lo que decir, pienso que estamos llegando a Atocha y todo habrá pasado, sonará la campana y respiro aliviada.
   "Pero bueno, hay que salir a la calle con alegría. No podemos estar amargados 24 horas. Fíjese qué histérica la peña conduciendo", me dice señalándome a un chalao que se nos mete cruzándose como si todo el monte fuera orégano y todo Madrid fuera monte. Entonces vuelvo a mirar el tráfico por la ventanilla imaginando qué historia llevará cada uno en su volante.
   Y mi chófer me cuenta todo esto sin dramatismos, melodramas, sin lágrimas, sin neuras. "¿Y a ud. qué le ha pasado que va con muleta? eso es peor, eh?". Lo mío es peor, me dice. Yo que ya estoy de alta pero llevo aún a Socorro por miedo y por inseguridad. (Socorro y Auxiliadora, mis muletas; como iban a estar tiempo conmigo, decidí bautizarlas. Pero eso es otra historia).
   Llegamos a Atocha. Cuando quiero salir del taxi el moreno ya me está abriendo la puerta con la maleta en la mano y tirándome una sonrisa; esta vez directamente, sin espejo. Ahora sí le veo la cara. Menudo, pero guapo mozo, cuarenta y pocos. Mientras le pago el importe de la carrera me desea una pronta recuperación y que nos veamos la próxima, pero sin muleta. No sé qué decir, así es que le deseo que tenga mucho curro todas los días y toda la felicidad del mundo. "Lo primero se lo acepto, lo segundo ya lo tengo, mis hijas". ¡Con dos cojones!
   Es el momento ahora de coger mi tren que en poco menos de 2 horas me pondrá a 400 kms. de distancia de mi taxista. Memorizo su número de licencia y lo anoto en mi libreta. La próxima vez sólo le preguntaré que tal le va el curro. A veces convivir con la locura es más fácil que hacerlo con el día a día.
   Tomo nota. Lección aprendida.
 
 
(Fotografía tomada de la web de prevención de enfermedades psiquiátricas)

Comentarios

  1. José Luis Pabón25 de julio de 2013, 2:27

    No se aburre uno leyendo este artículo, imposible, propio de alguien que tiene la ocurrencia de ponerle nombre a sus muletas. Enhorabuena.

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  2. Gracias por el seguimiento José Luis. En cuanto a la ocurrencia ya sabes, cuando el demonio está aburrido... Lo de las enfermedades mentales es un tema que me preocupa. Difícil para el paciente y complicado para las familias que en la mayoría de los casos no saben cómo afrontarlo.

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  3. Da gusto leerte, Amelia. A ver si te gustan también los libros que edita tu viejo compañero:
    http://issuu.com/florentinos
    Un abrazo,

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  4. No me puedo creer la foto que estoy viendo, jajajajaja, qué fuerteeeeeeeeeee. En el patio de Virginia, precisamente estuvimos hablando de ti el otro día. Madreeeeee, cómo me alegro de verte. Voy a visitar tu página. Me tienes igualmente en Twitter @ameliacanovaca Besos!!!!

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  5. No sé cómo has dao con el blog, pero me alegro de verte y leerte. Un abrazo

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