MENOS BASURA Y MÁS CONDONES

   Sigo con mi manía de recoger conchas cada mañana; bueno, si no de recoger, al menos de buscarlas porque este año está la cosa chunga. Hasta para las conchas hay crisis 'cawentó'. Cada día es más difícil encontrarlas. Pero mientras voy y vengo, por el camino me entretengo, que dice la copla.
   Recorrer la playa buscando las dichosas conchitas tiene su aquél, a ver qué se han creído ustedes. Para mí es un ritual. Primero me embadurno en protector solar. No uso bronceador porque si no, a los dos días, podría sentarme con Baba y con Omar en el top-manta del paseo marítimo y pasaría totalmente desapercibida entre ellos. Como rabito de morcilla, oiga. Factor de protección 50, por si acaso. A continuación enfundo el pelo en una gorrita, me pongo mis zapatillas para el agua, para andar mejor sin ostiarme a la mínima de cambio (por aquello de EL QUINTO METATARSIANO; no sé si se acuerdan), y hala, a deambular por la orilla hasta el final de la playa y volver. Mi 'santo' vigila desde la sombrilla, por si acaso (no sé si el 'por si acaso' es por si me pasa algo a mí o por si le pasa algo a alguien; pero 'por si acaso' también, no le pregunto nunca). Ya ven el 'glamour' de mi paseo diario. Aunque sinceramente, lo del glamour me importa bastante poco tirando a nada. Hace tiempo que me la sopla pasear el biquini luciendo michelín y sin la pestaña puesta. Bastante divina de la muerte procuro ir todo el año como para tener que trasladar a la playa el taller de chapa y pintura.
   Bueno, pues a lo que iba. Les decía que últimamente, lo que vienen siendo conchas, no encuentro muchas; pero sigo encontrando otras cosas, basura en definitiva, que me da que pensar en cómo van cambiando los tiempos aunque en el fondo las personas no lo hagamos tanto. Me pasa como cuando saco la toalla de la playa y el horrible Curro de la Expo 92' de Sevilla me da los buenos días bajo la esponsorización de la Coca-Cola. La toalla esta ya vieja de cojones,- echen la cuenta-, pero por aquello de 'como está vieja, échala para la playa', creo que Curro terminará por enterrarme si un mal levante o un buen poniente no lo destrozan antes... el muy cabronazo... más aguante que el Rajoy.
   Por ponerles un ejemplo, en la basura que encuentro se ve cómo han cambiado los hábitos de la infancia (yo diría mejor, los de los progenitores de la infancia). Antes podías encontrar entre la arena el palito de un chupa-chups o una piruleta. Bueno, eran de cartón o papel prensado, con lo que el residuo en cuestión no podía considerarse demasiado peligroso para el medio ambiente; y tampoco eran tantos palitos. Ahora, cuando encuentro residuos de chuches, LAS CHUCHES, me estoy refiriendo a plástico de las bolsas de gusanitos, palomitas y otras porquerías varias. Porque ya los nenes no comen pan con chocolate o con aceite para la merienda. Un brik de zumo, revestido de flamante aluminio, y un buen bollo industrial, hacen las veces de comida y facilitan la labor a los padres que, sobre todo estando de vacaciones, lo que menos les apetece es que sus vástagos les den por el ojete a la hora de merendar. Pero lo peor no es esto, no. Lo peor es que los sufridos progenitores no enseñen a su querida progenie qué es una papelera y para qué sirve. ¡¡OJO!!. Tampoco vale que al monstruito se lo expliques tú porque entonces te expones a una mirada matadora del progenitor/a y a que al día siguiente coloquen su campamento playero justo encima de tu sombrillita para que así tengas al monstruo jodiéndote la vida todo el día. Aviso a navegantes. No me digan luego.
   Tampoco son ya lo mismo los restos de la comida en la playa, los picnics. Las fiambreras de aluminio, con más bollos que el plato de un loco, y los cubiertos de metal junto a los vasos también de metal o aluminio coloreado, obligaban a la peña volver a casa con todo el ajuar; con menos peso, eso sí, pero sin dejar por ahí la vajilla de plástico tirada. Ahora, si el 'tupper' es de los baratos o se trata de un cacharro del helado del DIA% o el Mercadona, directamente va a la basura junto con los platos, vasos, cubiertos y botellas de plástico, con lo que es bastante fácil encontrarte un tenedor o el último vaso de calimocho de Manolo que se le olvidó llevar a la papelera porque en ese momento estaba echándote una mirada matadora mientras le decías 'guarrete' a su pequeño monstruo.
   A ver, en mi bolsa de las conchas llevo ya: un vaso de plástico, una bolsa vacía de gusanitos y un brik pequeño de zumo de melocotón, que es el que le mola al monstruito-hijo-progenie de Manolo, de ésos que vienen en paquetitos de a tres. Sigo.
   En lo de beber también hemos cambiado. Antes podías encontrar algún casco vacío, de vidrio claro está. Y entonces genial, porque el del chiringuito te pagaba por todos los envases que le llevaras y encima te llevabas unas pesetillas. Porque antes se devolvía el casco, no sé si se acuerdan. Vamos se devolvían hasta los envases de la lejía "3 sietes". Que yo creo que se reciclaba más así que echándolo al contenedor del vidrio que además, por la Ley de Murphy, suele quedarte siempre a tomar por culo de la puerta de tu casa. Pero bueno, es una opinión.
   Ahora, mientras camino con la vista fija en la arena y el cogote ardiendo por el Lorenzo, me dedico a recoger anillas de latas de refrescos y cervezas. Aunque bueno, tampoco está mal porque los gurús del reciclaje y los manitas han empezado a darles utilidad fabricando bolsos, pulseras y otros artefactos y accesorios varios. Lástima que los chinos hayan descubierto el pastel, como siempre, y nos vendan las anillitas de los cojones en sus tiendas, y encima de colorines, monísimas. Los chinos vendiéndonos nuestra propia basura y nosotros comprando la mierda que tiramos. No me digan que no es pa matarse.
   La bolsa, de plástico claro, que llevo encima, se va llenando de distintos objetos. De las conchsa, ni rastro. La peña me mira. No llevo ningún chaleco reflectante de la empresa municipal de recogida de basuras ni nada por el estilo. Pensarán que soy una loca del ecologismo limpiando la playa. Bueno, si eso sirve para que alguno se corte antes de tirar algo en la arena, pues mejor que mejor.
   Voy llegando al final de la playa, a las rocas, y sigo encontrando otras cosas que forman parte del inventario clásico de objetos perdidos o abandonados: gomas del pelo o pasadores, -la Mari que no quería mojarse el pelo ese día se lo recoge, se mete despacito en el agua y cuando cree que su peinado está a salvo la ola puñetera le pega un golpazo que la manda a la orilla revolcándola y a tomar por culo el pasador de pelo mono, monísimo, de los chinos también, claro-, restos de redes y anzuelos de los que han estado faenando por la noche, envoltorios de caramelos o chicles, el mango de una pala, un moldecito para hacer figuras en la arena, el precinto de una botella de plástico, algún muelle oxidado de alguna hamaca...
   Hemos cambiado algunas cosas pero, en el fondo, la mayoría de las veces, seguimos siendo eso, unos guarros a los que les importa una mierda la basura que dejamos a nuestro paso; en la playa o donde sea. Porque ya vendrá alguien a recogerla. Siempre hay alguien que va recogiendo la mierda de los demás. La playa es de todos a la hora de pinchar la sombrilla, aunque la coloques encima de la sombrilla de al lado. A la hora de cuidarla y limpiarla, la playa es del Ayuntamiento. Sí señor. Con un par.
   Lo que vengo echando en falta últimamente son los condones. Y eso me da que pensar casi tanto como el resto de la basura. Una de tres: o somos más limpios durante las artes amatorias (que lo dudo), o ya no necesitamos escondernos para echar un casquete en verano, o definitivamente, es que follamos menos. O lo mismo, con esto de la crisis, reciclamos los preservativos, que vaya ud. a saber. Pero viendo el panorama, mi teoría es que follamos poco y mal. Y para lo escasos que andamos en los temas del fornicio como para andar revolcándose en la playa, llenándonos de arena y expuestos a que cualquier desalmado con móvil o Tablet nos grabe y suba el polvo a Twitter o Facebook. Ni de coña, vamos. Sobre todo si con quien echas el casquete no es tu 'santa' o tu 'santo'; que dicen las estadísticas que en verano aumentan los divorcios que te rilas, bacalao.
   En otros tiempos, no muy lejanos, paseabas por la playa después de un par de noches de finde y aquello era un no parar de fláccidos plastiquillos colgando de las rocas o yendo y viniendo, ola va, ola viene. Vale, era una guarrada, sí, lo reconozco. Pero pensabas "otros que le han estado dando a tu cuerpo alegría , Macarena". Y los padres se cagaban en todo lo cagable cuando el niño (sí, ése que te ha puesto pingando la toalla de arena cuando le has dicho 'guarrete') llegaba corriendo con la goma en la mano diciendo a grito pelao: "MAMÁAAAAAAAAAAAAAAA!!!!! ESTO QUÉ ESSSSSSS????"
y toda la playa se giraba automáticamente mirando al monstruito, dilucidando si eso es verdaderamente lo que parece, o es un nuevo tipo de medusa. Las únicas que, contra todo pronóstico, no se inmutaban eran las abuelas. "Buah, eso se lo traían a tu abuelo de Francia si no de qué 4 hijos". Qué cosas...
   Ahora como se liga a través de las redes sociales, foros, chats, etc, etc, se practica mucho el 'cibersexo'. Quizás no tan cálido, pero mucho más higiénico, 'ande' va a parar. El 'cibersexo' deja mucho sitio a la imaginación, pero sobre todo al onanismo. Juan Palomo... yo me lo guiso... Y el onanismo, en estos tiempos que corren, va mucho con nuestra forma de ser y actuar; con el 'ande yo caliente', con nuestro impecable egoísmo de andar por casa, con nuestros falsos sentimientos de solidaridad y con nuestros onanistas, también, deseos de justicia; con nuestra indignación por los 6 millones de parados mientras nos quedamos en casa viendo la manifa o el escrache por una televisión, manipulada por supuesto; con nuestro ardor guerrero clamando por un Gibraltar español, liderados por un presidente español, -cutre, pepero, paleto y tonto a las tres-, que intenta que desviemos nuestras miradas de Génovas, Moncloas, sobres, Bárcenas y otros zoos variados. Mucho mejor, pues, sexo sin compañía; higiénico, adaptable a nuestros gustos, necesidades y horarios; sin condones, sin playas, sin veranos, sin arena, sin sal...
   Hemos cambiado nuestros hábitos, sí. Pero en el fondo somos los mismos guarros, cutres, paletos, tontos a las tres, provincianos, 'frikis', egoístas, cómodos, envidiosos, cotillas, analfabetos, incultos, traidores, chivatos, esquiroles, trápalas, defraudadores, estafadores y ladronzuelos de poca monta, que hemos sido siempre. Y si no, lean la historia de este país y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
   De casa hay que salir cada día folladito, meadito y cagadito. Es un buen consejo que doy siempre. Seguro que así encontraría en mi playa menos basura y más condones. Y alguna concha también.

 

Fotografía tomada de http://elsitiodeanyi.blogspot.com.es

Comentarios

  1. José Luis Pabón Ortiz10 de agosto de 2013, 2:09

    La Dama de Negro da un repaso a la Historia de España, a través de lo que va recogiendo en la playa, desde una óptica personal y descojonante. Me encantan sus ingeniosas expresiones, quizás porque soy un friki, provinciano etc.
    Se pone seria cuando habla de la situación en nuestro país , pero no olvida su sarcasmo e ironía.
    Picante por momentos, ágil y sin palabras rebuscadas, no te aburres y te sabe a poco.

    Felicidades a la que parió este artículo.

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    1. En el saco de lo friki, provinciano, etc, etc, la Dama se incluye la primera, por eso se expresa así. Es necesario señalarse a uno mismo antes de señalar a los demás.

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  2. Según iba leyendo me imaginaba la pose con la mirada por encima de las gafas esquivando el reflejo de las luces en la pantalla y tecleando con pausada calma..... jajajajaja

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  3. Nada se acerca más a lo que pienso que lo descrito en el bloc. Muy bien descrito.

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  4. La playa es un vertedero, el vertedero es un vertedero...y Rajoy es un vertedero.

    Y espero, iluso de mi, que la cosa cambie, y pronto.

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